Ubicada en la presierra de Madrid, esta vivienda se implanta entre pinos y encinas, buscando un diálogo sereno entre arquitectura y paisaje.El posicionamiento en la parcela responde a una voluntad clara: hacer que las estancias principales participen activamente del entorno. El único olivo preexistente se conserva como pieza central en un patio vinculado visualmente al espacio principal. Desde el porche, la encina más cercana proyecta sombra sobre la terraza del dormitorio, integrando el paisaje en la experiencia cotidiana.
La vivienda se estructura desde el interior con una escalera de madera que acompaña el espacio a doble altura. Un gran ventanal al norte baña este núcleo vertical con una luz suave y constante, destacando su carácter ligero y suspendido. La escalera actúa no solo como elemento circulatorio, sino como articulador espacial: define la relación entre los dos niveles principales y vincula visualmente el salón con la planta superior. Su revestimiento cálido introduce una materialidad táctil y continua que suaviza la geometría limpia del conjunto. En planta sótano, un patio inglés con lamas de madera regula la entrada de luz natural al gimnasio y a la bodega. Las lamas permiten controlar la iluminación directa y aportar privacidad, manteniendo la conexión con el exterior y evitando la sensación de encierro habitual en espacios enterrados.
En planta alta, los dormitorios se orientan buscando la mejor luz solar, y el cuerpo superior se proyecta sobre el salón configurando un porche que extiende visualmente la zona de estar hacia la piscina. La fragmentación del volumen responde a criterios funcionales y climáticos: mientras el dormitorio principal se abre hacia una terraza íntima, los demás se orientan al suroeste para aprovechar el máximo de horas de sol. El porche bajo el volumen volado funciona como extensión protegida del salón: da sombra, amplía el espacio hacia el jardín y establece una transición fluida entre interior y exterior. La solución volumétrica se define por el contraste entre el blanco puro y el revestimiento de madera que acompaña el volumen lateral, aportando calidez, ritmo y materialidad al conjunto.
Una pieza a medida que va más allá de su función, el mueble de chimenea se concibe como un elemento central dentro del espacio principal de la vivienda. No solo resuelve la chimenea y el espacio para la televisión: actúa como filtro visual y divisor de ambientes entre salón y comedor sin necesidad de cerrar ni fragmentar el espacio. Su diseño responde a la lógica del proyecto: geometría limpia, materiales cálidos y proporción cuidada.







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